Hemos encontrado un libro en el
subsuelo más profundo. Se titula ‘Grandezas de la Vida Humana’. Nos ha
sorprendido, por lo inaudito que representaría hoy un libro de esta clase y
suponemos que también sorprendió en su época. Anacrónico y algo ultramontano,
revela la paranoica obsesión de su autor por la conservación de lo más trasnochado.
Se trata de la obra de un oscuro
maestro nacional de las escuelas de Barcelona de comienzos del siglo XX. Su
nombre José Osés Larumbe, un enquistado
pedagogo que se puso en contra de todo el ‘staus quo’ de la ciudadanía
barcelonesa de su época, progresista, liberal, libertaria, cosmopolita y que cuando
se instauró en el año 1932 el Estatuto Republicano de Catalunya se atrevió a
decir que ‘La nación catalana no ha
existido nunca’, y publicó un libelo defendiendo esta tesis. No vamos a
hablar de ese folletón, de unas 35 paginas, sino del libro que hizo como
maestro y pedagogo, para la lectura de los alumnos que cursaban los entonces “grados
cuarto y sucesivos”.
En su convencimiento de que los
alumnos tenían que aprender a leer en cualquier tipo de tipografía, elaboró un
libro, verdaderamente excéntrico, editado por una imprenta con sede en la calle
Fernando, numero 43 de Barcelona, la Imp. Hijo de Roca y Bros, de textos para
lectura, escrito con letra manuscrita. La temática de los textos es de lo más
variado, el propio autor dice que “son
textos enciclopédicos y amenos, para estimular el intelecto al posible alumno
lector”.
Dejando a parte su contenido
ideológico, hoy veo esta publicación como un auténtico testimonio de la
caligrafía al uso en tiempos pasados y que vale la pena recrearse. Es un libro
de “caligrafía editada”. Una reminiscencia de lo que es “el arte de escribir con letra bella y correctamente ejecutada”, tal
como define el Diccionario de la Real Academia Española.
En el libro vemos y podemos
analizar el carácter de este ‘escribidor’ empleando a voluntad las distintas variantes de caligrafía latina,
desde la gótica más clásica como la textura, a la rotunda, la bastarda, la itálica,
la redondilla inglesa, o la cursiva española.
Por descontado este personaje
tuvo en su contra a toda la inteligencia del ámbito de la enseñanza del
momento, desde sus colegas más integrados con el sistema educacional de la
época, a los más contestatarios y transgresores de los métodos de enseñanza, en
una ciudad donde se experimentaron muchos y variados sistemas de Educación.
Un retrogrado que vale la pena
conocer. Si no más, para comprobar como se escribía con pluma o lápiz carboncillo,
sobre un trozo de papel. Es decir, caligráficamente. Un arte que en Occidente se
está perdiendo. Escribir bellamente letra sobre letra puede hoy resultar anticuado,
cuando la tecnología del teclado se ha impuesto en toda la enseñanza. Pero sin
duda, queda como una expresión artística y de disciplina creativa. Aunque
muchos crean que pensar en ello es anacrónico.